Estás comparando a un insigne con un común de los mortales. Compara a Manolo el del pueblo, que no sabía leer, dormía en un jergón y trabajaba de lunes a sábado de sol a sol, con Mateo, hipertitulado, urbanita, que duerme en un colchón viscoelástico en casa de sus padres y trabaja "creando contenido" para Youtube. Ahí sí estarás confrontando dos realidades.
M. Hernández, por cierto, estaba muy ligado al mundo rural y humilde. Nació entre huertas, en la Vega Baja. No sé qué pensaría sobre el peterpanismo de hoy.
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Y de quien es la culpa? Quien ha hecho degenerar la familia tradicional? Quien ha dejado sin metas y objetivos a las nuevas generaciones? Dadle las gracias a este " progresismo" que les ha arrebatado a los jóvenes las ganas de pelear.
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#2 #2 brinxer dijo: Y de quien es la culpa? Quien ha hecho degenerar la familia tradicional? Quien ha dejado sin metas y objetivos a las nuevas generaciones? Dadle las gracias a este " progresismo" que les ha arrebatado a los jóvenes las ganas de pelear.@brinxer En honor a la verdad, la acción de mercado también tiene su cuota de responsabilidad. La hiperestimulación, endorfinas, dopamina, serotonina... a través del consumo, la novedad, la imagen, etc. tiene un efecto en la mente de cualquier ser humano, pero más si cabe en la de personas que todavía están en desarrollo. Los cerebros de muchos de nosotros, no me quiero excluir, se han adaptado a un ritmo de señales sensoriales inexistente en la era precapitalista. Conforme se refinan los métodos de neuromarketing y se crean productos más efectivos, escapar de la "droga" es más difícil.
Evolutivamente, el esfuerzo, el sacrificio, es un tributo para obtener una recompensa: la supervivencia a través de la comida, la seguridad o el éxito social ("amor"). De todo ello uno tiene constancia a través del sistema nervioso. Hoy podemos engañar a nuestro cerebro de una forma rápida y normalizada formando parte de la cadena de consumo.
Uno puede tener la falsa ilusión de que no necesita a los otros, sea en forma de familia o en forma de alternativas a la misma, gracias a cómo te hace sentir el entorno actual: comida que te promete felicidad, gimnasios que te prometen felicidad, aerolíneas que te prometen felicidad, etc.
Los anticapitalistas suelen decir que estamos alienados, yo considero que estamos drogados, que no deja de ser algo similar. Y algunos se atreven a mirar por encima del hombro a los drogodependientes...
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Ok boomer
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M. Hernández, por cierto, estaba muy ligado al mundo rural y humilde. Nació entre huertas, en la Vega Baja. No sé qué pensaría sobre el peterpanismo de hoy.
Evolutivamente, el esfuerzo, el sacrificio, es un tributo para obtener una recompensa: la supervivencia a través de la comida, la seguridad o el éxito social ("amor"). De todo ello uno tiene constancia a través del sistema nervioso. Hoy podemos engañar a nuestro cerebro de una forma rápida y normalizada formando parte de la cadena de consumo.
Uno puede tener la falsa ilusión de que no necesita a los otros, sea en forma de familia o en forma de alternativas a la misma, gracias a cómo te hace sentir el entorno actual: comida que te promete felicidad, gimnasios que te prometen felicidad, aerolíneas que te prometen felicidad, etc.
Los anticapitalistas suelen decir que estamos alienados, yo considero que estamos drogados, que no deja de ser algo similar. Y algunos se atreven a mirar por encima del hombro a los drogodependientes...