Si, pero es que la mayoría de las veces es así, son cosas de adolescentes. Yo pienso ahora en lo que me preocupaba de verdad siendo adolescente y con la mayoría me parto de risa.

Todo depende de como sea su mal humor y que tan seguido lo tengas. No importa si tu te sientes mal, si al final tratas para la mierda a todos a tu alrededor todos los días sin razón aparente, pues no tienen por qué aceptártelo. Si este es el caso, tienes que aprender a calmarte y contarles tus problemas sin recurrir a la confrontación.

La trampa está en que cualquiera que esté de mal humor se molestaría si le dijeran que es por la regla, sea hombre o mujer. Haced la prueba. Pero en cambio la edad del pavo algunos la llevan hasta los ochenta años sin ningún problema.

Uff es que los dramas adolescentes... Un adulto tiene un límite de teendrama que puede soportar... Y la mayoría de las preocupaciones que se tienen en la adolescencia son auténticas chorradas. Coincido con #1 #1 aelan dijo: Si, pero es que la mayoría de las veces es así, son cosas de adolescentes. Yo pienso ahora en lo que me preocupaba de verdad siendo adolescente y con la mayoría me parto de risa.recuerdo las cosas que me preocupaban en la adolescencia y me parto de risa... Si es que es una edad muy mala

Es que lo de los adolescentes es en parte verdad, no solo por las hormonas sino porque todavía no se ha desarrollado completamente.

A ver tenéis razón, los adolescentes son tontos y se preocupan por tonterías. Pero digo yo que ya que un día se te ocurrió ser madre, intenta tener una conversación con la criatura más allá de "puf que mala es la edad del pavo" y "eso no es un problema, yo sí que tengo problemas". Y no quiero quitar responsabilidad a los padres, pero chica, tú decidiste pasar 9 meses de embarazo y expulsar una vida por el coño a riesgo de que te lo destrocen (no sé vosotras, pero es mi parte favorita de mi cuerpo). ¿En serio os parece mucho esfuerzo hablar con el zagal de sus problemas porque son tonterías? Yo siempre he podido expresarme con mis padres, y me explicaban detenidamente por qué estaba ahogándome en un charco, sin menospreciar en ningún momento mi enfado o mi preocupación. Benditos sean.