Gonzalo, Gloria, Ariadna y María, grandes profesores. Gonzalo era un capullo que apestaba a marihuana y te rompía tu esfuerzo en la cara, pero te daba oportunidades ilimitadas; Gloria logró que libros del siglo XVII fuesen interesantes para adolescentes nacidos a finales del siglo XX; Ariadna me introdujo al cálculo de una manera cómoda, se merece un estatua; yo era la preferida de María, lo que supuso toda una forma de relajarme cuando llegué a este maravilloso país que en principio no me gustó.
A final de curso siempre traté de tener alguna corta conversación y decir eso a mis buenos profesores. No hay que ser pelota pero creo que les gusta escuchar cosas así.
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A final de curso siempre traté de tener alguna corta conversación y decir eso a mis buenos profesores. No hay que ser pelota pero creo que les gusta escuchar cosas así.